Vamos a traer al presente una porción de pasado. Tantas cosas
pasaron desde nuestra última aparición en el blog que ahora el solo hecho de mirar para atrás se parece a un sueño. ¿Fue real?
Las imágenes aparecen como flashes de la memoria, luces incandescentes, tiempo dilatado que no se puede muy bien
dimensionar.
Vamos a traer al presente una porción de pasado. Tantas cosas
pasaron desde nuestra última aparición en el blog que ahora el solo hecho de mirar
para atrás se parece a un sueño. ¿Fue real?
Las imágenes aparecen como flashes de la
memoria, luces incandescentes, tiempo dilatado que no se puede muy bien
dimensionar. Los meses que pasaron fueron
como un camino de ascenso, escalamos hasta la cima de una gran montaña de
deseos y finalmente, hace unos días, nos lanzamos a volar. Nada de caídas,
todavía estamos flotando en el aire sin poder creer que estemos de viaje como
tanto queríamos. Es que el camino ya es parte de nuestras vidas.
Acá les dejamos un breve resumen de lo que pasó desde que
sacamos a Aurora del taller mecánico y empezamos a construir lo que sería
nuestro hogar móvil.
Nada mejor para tener como referente y guía de consultas a toda una tradición
familiar de constructores de casas rodantes. Si, con todo el conocimiento que
incorporamos sobre motores y derivados mecánicos, era el momento de meterle
mano al interior y aprender a usar todo tipo de herramientas y para eso nos internamos
en IACMA. Más que una mano nos dieron en el taller. Comandado por el ingenieri
De Acetis, la gran obra se puso en marcha: lápiz atrás de la oreja siempre a
mano para tomar medidas, momentos de silencio donde no hacía falta decir nada
(aún sin verlos, los cálculos flotaban en el aire y de un disparo bajaban a
materializarse en un trazo de tiza sobre cualquier superficie que se cruzara en
el camino), regla de acero, metro, agujereadora, mecha de 4,25, soldadora,
masa, remachadora y manos a la obra. La alegría de ir viendo como se completaba
el interior de la kombi fue creciendo a la par de la materialización del apoyo
de nuestras familias en esta decisión de elegir otra forma de vida. Nuestro
interior también crece y se nutre de las cosas buenas de la gente que nos
quiere.
Y de a poco también Aurora fue tomando forma: muebles a
medida, cama rebatible, mesa desmontable, cocina con bisagras. Todo hueco se
aprovecha y todo se vuelve funcional a las necesidades de una vida nómade. Lo
básico alcanza y sobra. Nada de grandes lujos, con eso estamos más que bien.
Después vinieron los detalles que le dieron el clima de hogar, cortinitas,
colchonetas, almohadones, piso revestido, luces de led cálidas y hasta una plantita que nos acompaña. Por último el portaequipajes
y un toldito para el abrigo del pleno sol y el fogón con futuros amigos del
camino. Ahora si estamos listos para cargar y salir a la ruta! Nos equipamos de
provisiones, hicimos el botiquín y llenamos la alacena para que nuestras madres
se queden tranquilas, pero conscientes de que menos es más y de que desprenderse
de las cosas materiales es parte de este camino también espiritual, salimos con
lo justo.
Y lo que no podíamos dejar de ninguna manera es el adiós de
los amigos. Lo lindo y lo feo de las despedidas había llegado. Entre buenos
deseos, sonrisas, llantos confundidos de alegrías y tristezas, vinieron los abrazos
fuertes y el hasta luego. Ojalá nos encuentre la ruta en algún tramo del viaje
con todos ustedes!
Quedamos solos los tres. El nudo en la garganta y la ruta
que se asoma por el parabrisas. El camino de siempre iba quedando atrás en el
espejito retrovisor. El vientito matinal entra por las ventanas y la luz del
primer nuevo día de nuestras vidas se acomoda entre los rincones de Aurora. Las
rutas que vendrán aún ocupan todos nuestros sueños, pero hoy nos sentimos
felices de saber que es éste mismo el camino que queremos andar y no otro. Gracias
a ustedes queridos lectores por acompañarnos en esta travesía sin fin!